por Gustavo A. Ricart, cineasta
@gabo.ricart
La obra “¿Leyenda urbana o trama maldita?” de Abel Isaac Espinal, un estudiante de artes plásticas, se presenta como una representación visual y dramática de una preocupación muy actual sobre la amenaza a la identidad nacional dominicana. A través de elementos simbólicos y personajes, el autor plasma su visión dramática de una conspiración internacional que pone en peligro la existencia misma de la nación dominicana. Esta obra se exhibió en la exposición estudiantil colectiva “Contra viento y Marea” en el salón de exposiciones de la Facultad de Artes de nuestra querida Autónoma de Santo Domingo.
En el extremo superior izquierdo, encontramos al protagonista, un cura dominico que lleva un perro con una antorcha encendida en la boca. Este personaje se erige como un símbolo poderoso de la dominicanidad, Santo Domingo de Guzmán. La antorcha puede interpretarse como la luz de la verdad y la fe que guía a la nación, mientras que la bandera dominicana que sostiene en su mano simboliza la identidad nacional y la lucha constante por la independencia.
La representación de la fusión de los dos países de la isla, la República Dominicana y Haití, como un intento infructuoso debido a sus diferencias naturales, subraya la dificultad de unir naciones con historias y culturas divergentes.
Los tres personajes que traicionan y asesinan la nacionalidad dominicana, identificados por sus vestimentas como Estados Unidos, Haití y el gobierno dominicano, reflejan la percepción de amenazas tanto externas como internas a la identidad nacional. La figura misteriosa que manipula al gobierno dominicano como si fuera un payaso sugiere la idea de que las decisiones políticas pueden estar siendo influenciadas por fuerzas ocultas.
La presencia de Juan Pablo Duarte al centro de la composición, el padre de la independencia dominicana, mirando atónito y llorando, representa la desilusión e impotencia ante la traición a los ideales de independencia y soberanía.
El personaje del juez que representa a una élite oscura que gobierna el mundo desde las sombras y la indiferencia de la justicia internacional subrayan la sensación de impotencia y opresión que se siente en la narrativa de la obra.
Esta obra dramática aborda temas de gran relevancia como el nacionalismo, el antiimperialismo y la crítica política. La crítica a Estados Unidos, Haití y el gobierno dominicano sugiere una resistencia contra la interferencia extranjera y una lucha por la autonomía política, en línea con una ideología antiimperialista que ha marcado la historia de la República Dominicana.
La representación del gobierno dominicano como una marioneta manejada por fuerzas oscuras y la justicia internacional que permanece ciega y sorda ante el crimen destaca la preocupación por la corrupción y la falta de transparencia en la política dominicana, sugiriendo que intereses ocultos pueden estar influyendo en las decisiones gubernamentales.
En última instancia, la ideología que sustenta esta obra es un llamado a la reflexión, la resistencia y la toma de conciencia sobre la importancia de preservar la identidad y la soberanía dominicanas en un mundo marcado por las influencias externas y los desafíos políticos. Es una expresión de la lucha por mantener viva la cultura y la independencia de la República Dominicana en medio de un panorama político complejo y cambiante. Es una obra poderosa que, aunque se presenta en un formato díptico de 30x40", podría tener un impacto aún mayor si se expandiera a un mural que hiciera eco de estos mensajes tan relevantes para la patria.
La obra de Abel Isaac Espinal, con sus profundos ideales filosóficos y políticos, merece una justificación en virtud de su relevancia y urgencia en el contexto actual. En primer lugar, esta obra representa una llamada a la reflexión y a la conciencia sobre la amenaza que enfrenta la identidad nacional dominicana. En un mundo cada vez más globalizado, donde las influencias externas pueden erosionar las culturas locales, es crucial recordar y preservar la rica herencia cultural y la independencia de nuestra nación.
Los ideales filosóficos detrás de la obra se centran en la importancia de la identidad y la soberanía. Al destacar la figura de un cura dominico como símbolo de la dominicanidad y representar la lucha constante por la independencia a través de la bandera dominicana, la obra nos recuerda la necesidad de mantener vivos nuestros valores culturales y el espíritu de autodeterminación.
En términos políticos, la obra critica las amenazas externas e internas a la identidad dominicana, personificadas por los tres personajes que traicionan y asesinan la nacionalidad, así como por la manipulación del gobierno dominicano. Esta crítica política es esencial en un momento en que la corrupción y la falta de transparencia en la política pueden socavar la confianza en las instituciones gubernamentales.
Además, la representación de la justicia internacional como ciega y sorda ante el crimen subraya la importancia de abogar por la justicia y la rendición de cuentas en el ámbito nacional e internacional. Esta es una llamada a la acción para garantizar que los intereses oscuros no prevalezcan sobre el bienestar y los derechos del pueblo dominicano.
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