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Explorando la relación entre la naturaleza y la tecnología en la exposición "Cultura Benjart"

Texto y fotos de Gustavo A. Ricart, Cineasta


En el corazón mismo de la experiencia, se alza la cita provocadora de Richard Louv: "La interacción entre lo natural y lo artificial crea un lienzo en el que la humanidad pinta la historia de su relación con la Tierra." Este sentimiento resonó en mí de manera profunda mientras me sumergía en la Exposición de Arte Contemporáneo Cultura Benjart, del artista y emprendedor, Benjamin Cruz. Esta exhibición, orquestada bajo la dirección y curaduría de Robert R. Jiménez en Arte Alma Gallery, logra evocar la narrativa de una ancestral sabiduría popular, encarnada en las palabras de Doña Palmira Estrella, mi bisabuela, cuyos recuerdos han sido transmitidos por mi madre, convirtiéndola en un lazo vivo con nuestra historia.


Este relato transcurre en un viaje temporal, llevándonos de regreso a los albores del siglo XX, cuando los primeros automóviles importados dejaban su huella contaminante en la ciudad de La Vega. Fue entonces cuando Mamá Palma, como cariñosamente la llamaban, presenció el desfile de contaminación que acompañó la llegada de la llamada "civilización", un episodio que ella describió con una simple pero contundente afirmación: “…la civilización *jiede”. Esta anécdota, con su cruda franqueza, se convierte en un eco lúcido en medio del vibrante multiverso de la exposición.


La muestra despliega un conjunto de cuadros de dimensiones monumentales, impregnados de una paleta cromática pop y pastel. Estas obras no son solo piezas artísticas, sino fragmentos de una historia que explora la interacción dual entre la madre naturaleza y la creación humana. Los retratos de figuras mulatas, mirando hacia el exterior con un destello de esperanza en sus ojos, personifican el espíritu de la tierra madre. Frente a ellos, destellos de arte pop y artefactos artificiales componen un universo contrastante, tejido con destellos resplandecientes.


La serie de Benjamin Cruz se encuentra codificada con símbolos y grafismos que la dotan de un carácter ecléctico, entrelazando la ilustración pop con el formalismo romántico. Los colores modernos, manchados y superpuestos, se entrelazan en formas que parecen gotear y girar, sugiriendo una gama de significados en un abrazo visual. Estos elementos visuales podrían encarnar el ciclo de la vida, la transformación constante y el movimiento perpetuo. También insinúan la energía espiritual y la evolución en un intricado baile de líneas y formas.


Este cuerpo de trabajo trasciende la mera expresión artística; es un eco del pulso que marca nuestra era. En un mundo donde la belleza natural se entrelaza con la ingeniería humana, emerge una dualidad ineludible que nos llama a encontrar un equilibrio entre lo orgánico y lo construido. La exposición Cultura Benjart se convierte así, en un reflejo de esa interacción eterna, un recordatorio enriquecedor de que en este lienzo compartido, la humanidad sigue trazando su historia en constante diálogo con la Tierra y sus propias creaciones.


En esta sinfonía de contrastes, emerge la relación dual entre la naturaleza y la tecnología, una danza perpetua que trasciende las eras. Como bien señaló el filósofo Albert Schweitzer, "el hombre moderno escucha con una complacencia superficial los llamados de la naturaleza, pero no la escucha realmente". En "Cultura Benjart", Benjamin Cruz nos insta a sintonizar nuevamente esta llamada, a reconocer la reverberación de la naturaleza en medio de nuestros artefactos creados por el hombre.


El trabajo de Cruz no es un simple vistazo a esta dualidad, sino un recordatorio de cómo ambas esferas pueden coexistir armoniosamente. Como lo expresó el escritor y ecologista Wendell Berry: "En el uso correcto, la tecnología debería ayudar a ampliar nuestros horizontes. No debería limitarnos ni empequeñecernos". Y aquí, en esta exposición, se plasma esta noción. A través de la fusión de colores y formas, los cuadros de Cruz revelan que la tecnología no es una fuerza ajena a la naturaleza, sino una extensión de nuestra creatividad humana, una manifestación de nuestra capacidad para reinterpretar y complementar lo natural.


En este sentido, la serie de obras de Cruz podría recordarnos las palabras del poeta Ralph Waldo Emerson: "La naturaleza siempre lleva los colores del espíritu". Al tejer los destellos tecnológicos en su paleta de colores naturales, Cruz captura la esencia misma de cómo nuestra creatividad puede llevar la huella de nuestra alma en cada creación. La dualidad aquí no es una lucha, sino una fusión de identidades.


En la obra titulada "Si el norte fuera el Sur", los espirales incesantes podrían interpretarse como una metáfora de cómo la tecnología y la naturaleza, aparentemente en movimiento opuesto, pueden en realidad encontrarse en una danza incesante de transformación. A través de esta obra, Cruz nos recuerda que cada nueva invención es un eco de la forma en que la naturaleza misma se reinventa una y otra vez.


El papel del curador en la creación de una exposición artística es fundamental para dar forma y contexto a la narrativa visual que se presenta al público. En esta muestra, la curaduría ha sido responsabilidad de Robert R. Jiménez, un visionario curador y Director de Arte en Arte con Alma Gallery, quien ha demostrado destreza al ensamblar las obras de Benjamin Cruz en una sinfonía coherente de significados. Desde la selección de las piezas hasta su disposición en el espacio expositivo de la estación Casandra Damiron, Robert ha tejido un hilo conductor que guía a los espectadores a través de la dualidad entre la naturaleza y la tecnología. Su enfoque cuidadoso ha permitido que las obras de Benjamin Cruz se entrelacen con fluidez, creando una narrativa visual que va más allá de las pinceladas individuales para formar un relato unificado. La visión de Robert como curador se ha materializado en un viaje sensorial que invita a la reflexión profunda sobre cómo estas dos fuerzas aparentemente opuestas pueden coexistir y enriquecerse mutuamente en nuestro mundo contemporáneo.


Desde una perspectiva filosófica, la exposición parece abrazar un enfoque ecocéntrico, que reconoce la interdependencia y la conexión entre todos los elementos de la naturaleza, incluida la creatividad humana. Al mostrar cómo las obras de arte interactúan con los elementos artificiales, la exposición sugiere que la tecnología no es algo ajeno o separado de la naturaleza, sino más bien una manifestación de la capacidad creativa inherente al ser humano.


Esta postura se alinea con filosofías como el ecologismo y el pensamiento holístico, que abogan por la unidad y la integración de todas las formas de vida y elementos del entorno. A través de las obras de Benjamin Cruz y la curaduría de Robert R. Jiménez, la exposición parece invitar a los espectadores a contemplar cómo el contraste entre lo natural y lo artificial puede ser un catalizador para una mayor comprensión de la interconexión entre la humanidad y el mundo natural.


En palabras del novelista Richard Powers, "la tecnología no es algo aparte de nosotros. Somos la tecnología". La exposición "Cultura Benjart" nos invita a abrazar esta interconexión intrínseca, a entender que nuestras creaciones artificiales no están desconectadas de la tierra, sino tejidas en el mismo lienzo de la existencia.



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