"La Bachata de Biónico", una película de puro "realismo marginal urbano" escrita por Yoel Morales y Cristian Mojica
- LaBocaMag
- Apr 4
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Escrito por Natali Hurtado
Editora Revista LaBocaMag - Estudiante de Historia y Crítica del Arte

¡Wow!... Creo que no hay una mejor expresión que ésta para comenzar a hablar de la película La Bachata de Biónico, una producción que tiene de todo menos bachata.
Ante todo, describiría esta película como un golpe de realidad muy fuerte que nos lleva por un viaje progresivo hacia la decadencia total. Una tragicomedia que, para mí, es en sí misma un cubetazo de agua fría y un despertar a una realidad que sinceramente desconozco en su totalidad —la vida en los barrios, el perfil psicológico y emocional de los adictos, su deseo de superación y su forma de vivir, de sentir y de expresar el amor—. La Bachata de Biónico retrata la pobreza, la lucha contra la adicción y los vicios, recordándonos que no tienen clase social y que habitan tanto en los callejones como en las casas de lujo de la alta sociedad. En la película se puede ver la estrecha conexión entre los polos sociales, indistinguible a simple vista pero latente y real.
La Bachata de Biónico me dejó un sabor amargo en el paladar, pero al mismo tiempo me generó un sentimiento de compasión profunda, casi piadosa, por quienes —desde mi perspectiva— viven en una realidad paralela, tan distinta a la mía, tan cruel, tan carente de sentido, tan despreocupada, tan fría, tan promiscua, tan cómica y tan mágica a la vez. Verlos vivir en condiciones tan decrépitas, con recursos escasos para el día a día, sumidos en una pobreza extrema y sin una verdadera intención o conciencia de escapar de ella —pues invierten lo poco que consiguen en sus vicios—, fue un gran choque emocional para mí. La conexión que entablé con estos personajes fue tan intensa que, en más de una ocasión, me sorprendí diciendo en voz alta: “Ay, no”, “no hagas eso”, “pobrecito”, “no way”, “¡Dios mío!”.
Si todo esto es real y la trama se escribió en base a una investigación del entorno que se proyecta —lo cual no pongo en duda—, concluiría que, en los barrios de República Dominicana se vive aún peor de lo que imaginaba. Y si la intención de La Bachata de Biónico es generar esta conciencia, aplaudo la valentía y la osadía de Yoel Morales y Cristian Mojica, al adentrarse en un universo como éste, que si fuera literatura yo lo catalogaría como “realismo marginal urbano”.

Hablemos de los aspectos técnicos de la película... Desde que comenzó me incomodó el movimiento de cámaras, los cortes bruscos y el aparente desorden entre escena y escena. Sin embargo, luego todo cobró sentido cuando entendí la lógica detrás: La Bachata de Biónico es, en realidad, la filmación de un documental dentro de una película. Su estética cruda, la organicidad del montaje, la iluminación y la colorización se justifican dentro de esa narrativa. Ese caos aparente es consciente, intencional, funcional y coherente con el universo que la película retrata.
Me sorprendió —y al mismo tiempo no— que la película tiene rasgos de un realismo mágico cotidiano muy sutil pero fascinante. Me encantaría conversar con Yoel Morales sobre una escena en particular: aquella en la que varios personajes aparecen adorando al “Águila” frente a un altar. Me intriga saber si esa imagen proviene de una práctica real o si es fruto de su creatividad.
No quiero spoilear, por eso este texto es muy parcial y más argumentativo en cuanto a aspectos generales, pero no puedo dejar de hablar de los actores principales. Por un lado Manuel Raposo, quien interpreta a Biónico, con una capacidad de desdoblamiento sorprendente y digna de admirar. Lo he visto en otras producciones, tanto teatrales como cinematográficas, y cada vez que creo haber visto lo mejor de él, vuelve a superarse. Creo que no hubo nadie mejor que él para interpretar este papel, porque, lo maravilloso de Manuel Raposo es que le imprime a Biónico un balance perfecto entre comicidad y seriedad. Tiene ese “je ne sais quoi” que hace que, aunque nos provoque risa, nunca le perdamos el respeto.
Por otro lado El Napo, que interpreta a “El Calvita”, de quien no tengo muchas referencias, pero de quien debo decir que, indiscutiblemente hace un gran trabajo como actor de reparto y acompaña a Biónico complementando cada escena con una naturalidad indescriptible.
Aunque la película me encantó, hay aspectos que me dejaron con preguntas. No comprendí del todo por qué se titula La bachata de Biónico, ni logré descifrar completamente el final. Solo puedo imaginar que Biónico termina por rendirse ante los vicios porque ya no le queda nada ni nadie por quién luchar, por quién cambiar, ni por quién vivir —su droga real, el amor—. Intuyo que el hombre de la carreta (o algo similar) viene a buscarlo en la última escena, como símbolo de ese destino que inevitablemente le espera.
Concluyo aplaudiendo esta valiente y necesaria producción, e invitando a todos a disfrutar del Festival de Cine Fine Arts Hecho en RD, que se está celebrando en Caribbean Cinemas de Novo Centro. Un festival digno de disfrutar.
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