Por Gustavo A. Ricart, cineasta y crítico de arte
“El dembow ha emergido como una forma de resistencia y autoafirmación entre los jóvenes dominicanos, proporcionando una plataforma para la expresión emocional en un contexto de limitadas oportunidades económicas y sociales” (Hernández, 2019).
En las últimas dos décadas, el género ha ganado una popularidad sin precedentes entre la juventud dominicana, trascendiendo fronteras y convirtiéndose en un fenómeno cultural de considerable magnitud. Este ensayo pretende explorar la hipótesis de que esta preferencia musical es una respuesta a una crisis de depresión colectiva, exacerbada por un consumismo rampante y una falta de oportunidades significativas para los jóvenes.
Según Richard Eckersley (2008) en su artículo Nihilism, fundamentalism, or activism: Three responses to fears of the apocalypse, “La proliferación de una cultura consumista ha exacerbado la crisis de depresión entre los jóvenes, quienes encuentran cada vez más difícil alcanzar las expectativas impuestas por la sociedad”.
Durante los últimos veinte años y analizando las condiciones socioculturales que prevalecen en la nación, la juventud dominicana ha enfrentado una serie de desafíos que han contribuido a una sensación generalizada de desesperanza y frustración. Imagínate crecer en un lugar donde tus sueños de éxito son bombardeados diariamente por anuncios de cosas que nunca podrás permitirte. Sí, porque nada dice “felicidad” como un comercial de un carro de lujo cuando estás preocupado por pagar el transporte público.
Porque, claro, ¿quién necesita un trabajo estable cuando puedes bailar toda la noche? ¿Oportunidades? Bah, ¡quién las necesita! Si no tienes empleo, simplemente sigue el taca-taca y sacude tus problemas. El dembow se ha convertido en el analgésico perfecto para la depresión colectiva que viene con el paquetito del consumismo.
Ahora, no me malinterpretes. Cuando hablo de “depresión colectiva”, no me refiero a algo que necesite medicación. Los jóvenes dominicanos, bombardeados por imágenes de éxito material y estilos de vida inalcanzables, se encuentran atrapados en una paradoja: mientras las expectativas crecen, las oportunidades reales para alcanzarlas se reducen.
La falta de empleo, la precariedad laboral, y la insuficiencia de políticas públicas eficaces para apoyar a la juventud, han exacerbado este sentimiento de desesperanza. En este contexto, el dembow surge como una válvula de escape, que permite la canalización de emociones reprimidas.
El dembow, con su énfasis en la fiesta, el baile y la celebración de la vida cotidiana, ofrece un contrapunto a la tristeza y la frustración. A través de su ritmo enérgico y sus letras desinhibidas, esta música permite a los jóvenes evadir temporalmente las dificultades de su entorno. Y entiendo que es natural que suceda, recuerdo que cuando mi padre murió también pasé por momentos difíciles de depresión, por lo cual decidí cambiar el rock por música electrónica (tardé años en volver a escuchar música que me recordará a mi viejo) la repetición hipnótica de sus beats crea una atmósfera de liberación, donde las preocupaciones pueden ser momentáneamente olvidadas. Lo mismo sucede con el dembow, que además actúa como una forma de rebelión contra las normas y expectativas impuestas por una sociedad consumista; nada dice “¡A la m***** con tus expectativas!” como una canción con letras explícitas y un beat que te hace querer sacudir el cuerpo.
Es interesante observar que esta tendencia no es exclusiva de la República Dominicana. A nivel global, la música triste y melancólica ha disminuido en popularidad, siendo reemplazada por géneros que enfatizan el ritmo, la energía y la evasión. Esto podría interpretarse como una respuesta generalizada a un mundo cada vez más incierto y estresante, donde la música se convierte en un refugio emocional.
Sin embargo, en el contexto dominicano, esta tendencia adquiere matices específicos. La música dembow no solo refleja una preferencia estética, sino también una necesidad social. En una sociedad donde las oportunidades son limitadas y la presión para consumir es omnipresente, los jóvenes encuentran en el dembow una forma de resistencia y autoafirmación. El género, por lo tanto, no es solo un fenómeno musical, sino un reflejo profundo de las tensiones y esperanzas de una generación en busca de un futuro mejor.
Referencias
El Papel del Dembow: Hernández, D. (2019). Revista de Estudios Culturales Latinoamericanos, 25(3), 45-60.
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