Texto: Natali Hurtado
Fotos: Fuente externa
Para mí, lo que define si una película es buena o mala son detalles "simples" pero muy notorios. No soy experta en cine, pero después de ver The Challengers, sentí que era imposible quedarme callada e inmediatamente me puse a escribir.
Además de la trama, que considero fundamental para la calidad de una película, valoro y me cautivan elementos como las escenas, los ángulos, el movimiento, el recorrido de la cámara, la musicalización y la progresión.
The Challengers es una película muy dinámica y vehemente. Tiene un elemento clave que te mantiene atento y alerta en cada escena: un partido de tenis muy importante entre dos amigos que rompieron su relación por una mujer. Cuando eran adolescentes, ambos se enamoraron de la misma chica, y a medida que el tiempo avanza, sus vidas giran en torno al tenis, a quién se quedará con quién y a quién es mejor que quién. Esta escena principal se ve interrumpida a lo largo de la película por pequeños viajes al pasado y al futuro cercano, que explican cómo evolucionó la historia hasta llegar al presente. Esto es una genialidad, porque hace que todo lo que ocurre en la película sea importante y, por ende, te obliga a mantenerte a la expectativa de lo que pueda pasar.
Además de estos saltos temporales, la dirección de arte es exquisita, situándonos visualmente en los distintos tiempos de la historia sin perder el hilo. Este trabajo es particularmente notable en el físico de cada personaje, reflejando el paso del tiempo en las arrugas, el cabello, las líneas de expresión y el deterioro del cuerpo.
Y ni hablar de los actores: Ya sabemos de la calidad actoral de Zendaya, pero sus compañeros Mike Faist y Josh O'Connor son extraordinarios. Este trío manejó con la misma entrega escenas de distinta índole: dramáticas, eróticas, cómicas y violentas. Todas envueltas en una atmósfera marcada por el movimiento, donde el director juega a cambiar de sitio al espectador, situando la cámara en lugares impensados, como por ejemplo, en la misma pelota de tenis que se mueve de un lado a otro sin parar.
Lo que más me gustó de esta película de Luca Guadagnino (su película número 11 para ser exactos) es que, aunque trata sobre deportes, no está exclusivamente dirigida a los amantes del tenis. Está tan bien hecha que es perfecta tanto para quienes conocen el tenis como para aquellos que no tienen la más remota idea.
Te invito a que veas esta película y descubras un final inesperado que le hace justicia a todo el recorrido de esta emocionante historia que promete ser ganadora de muchos premios.
¡¡¡¡Me encantó!!!!
👏🙌