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El Arte Abstracto y su relación con las ideas filosóficas de Gerolamo Cardano e Immanuel Kant.

Escrito por Natali Hurtado

Fotos: Fuente externa

Resultaría raro y hasta contraproducente mencionar en una misma oración a Gerolamo Cardano y al Arte Abstracto. O hablar de Immanuel Kant y de Piet Mondrian en un mismo ensayo. Pero tengo razones para afirmar que estos guardan una estrecha relación entre sí.


Tanto Gerolamo Cardano (matemático, filósofo y médico italiano del siglo XVI) como Immanuel Kant (filósofo ilustrado alemán) estudiaron la percepción del arte y la subjetividad y subliminalidad que la caracterizan. Cardano, por un lado, en su libro “De Subtilitate Rerum”, estableció un paralelismo entre la belleza y el conocimiento humano, explicando que al ser humano le parece bello aquello que conoce y que por el contrario, aquello que no conoce puede causarle incomodidad. Kant, trató este tema desde otro punto, estableciendo que existen dos formas de juzgar el arte, un juicio crítico y objetivo (que toma en cuenta los patrones universales) y un juicio subjetivo (que se basa en la experiencia sublime que nos provoca). Además se refirió a que la finalidad del arte no es representar la realidad, sino ser el reflejo de la imaginación y las ideas sensibles. Este pensamiento fue la piedra angular de la estética moderna, la cual se manifestó en pleno Siglo XX con el surgimiento de las vanguardias artísticas. A simple vista parecen estar desvinculados, pero su relación está entrelazada en “lo subjetivo”, “lo sensible”, “lo sublime” y “lo desconocido”.


Cardano hizo una reflexión profunda acerca de la percepción humana, y es aquí donde se haya el eslabón que lo conecta con el arte abstracto: Cardano llegó a la conclusión de que cuando nos encontramos frente a imágenes o sensaciones que no podemos entender, nos hallamos realmente frente a un gran reto y una oportunidad de abrir los horizontes de nuestra percepción. Cardano denominó “Subtilitas” a esas cosas difíciles de percibir por nuestros sentidos o por la razón, y según él, esa subtilitas pueden ser comprendidas o asimiladas por el ser humano y proporcionar mayor deleite y placer que aquellas que nos parecen más evidentes o sencillas, concluyendo que, así como consideramos más bello aquello más perceptible, lo sutil se incrementa cuanto más difícil es de entender. Lo sutil, que está muy relacionado con lo raro, lo oculto y lo complejo, fue parte de las bases del arte manierista, sin embargo, considero que tiene mucho que ver con el arte abstracto, ya que en este arte están “escondidos” o sutilmente sugeridos, distintos temas que muchas veces son complejos de interpretar. Este es sin duda, el lazo que une a Cardano con la abstracción: la percepción de lo sutil.


Tomando en cuenta el comentario de Dietmar Elger, en el libro “Arte Moderno” (2016), donde dijo: “La pintura abstracta funciona más bien como metáfora de un mundo desconocido”, podemos darnos cuenta que el arte abstracto está lleno de imágenes que requieren de nuestra contemplación profunda para apreciarlo, pero que se trata de un constructo subjetivo de la realidad creado en la mente del artista. Esto nos debe animar cuando nos sintamos frustrados por no entender una obra abstracta. No son pocos los que, hallándose incapaces de entender una obra abstracta desestiman su valor… y es aquí donde conectamos con Kant. Las ideas estéticas de Immanuel Kant nos dicen que el juicio o la percepción de las obras de arte no siempre puede estar atado a la racionalidad, sino que hay un juicio estético que es el subjetivo, sublime y reflexivo, que nos genera una experiencia más elevada que el juicio crítico. El comentario de Dietman Elger va muy de la mano con el pensamiento de Kant, pues en sus tratados dijo que las obras de arte reflejan la sensibilidad del artista y la percepción de las mismas no tiene por qué ser “objetiva”, sino que podemos conectar con ellas desde un grado más sensible.


Por otro lado, debemos recordar que, en su etapa de apogeo, los artistas utilizaron la abstracción como forma de protesta ante los ataques bélicos de la Segunda Guerra Mundial. En este tiempo los artistas buscaban tener un lenguaje universal de arte, así que optaron por la abstracción y dejaron atrás toda representación de la realidad, tratando de crear un lenguaje autónomo y que apelar a la percepción y a la supremacía de las formas por encima de toda alegoría. Recordemos que el mismo Málevich dijo en el “Manifiesto del Suprematismo” (1915): “Por suprematismo entiendo la supremacía de la sensibilidad pura en las artes figurativas”. Es decir, que uno de los padres del a abstracción consideró que lo más importante en las obras de arte era estimular la sensibilidad y la percepción de aquel que contempla.


Después de conocer esto, sé que muchos sentirán un gran alivio y no tendrán miedo de afirmar que no entienden una obra teatral, una pintura o cualquier manifestación artística que esté dentro de los parámetros del arte abstracto. La abstracción es cuestión de subjetividad y los artistas abstractos no esperan que los espectadores las entiendan a simple vista. Al contrario, su expectativa es más bien generar cierta inquietud, cuestionamientos y razonamientos críticos acerca de sus obras.


El arte abstracto siempre va a ser enigmático y esto, a mi entender, le aporta valor. Es gratificante encontrarse ante una la pintura “Contraposición de disonancias, XVI” de Theo Van Doesburg y no relacionar el color azul con el mar, o las líneas con el horizonte, sino que es fascinante tener esa experiencia sublime de la que hablaba Kant, y encontrar un lenguaje más allá… indagar en nuestra percepción y empezar a apreciar las líneas como líneas y los colores como colores puros y con significados propios en nuestra mente.


En su libro “Crítica del Juicio” (1790) Kant dijo: “La belleza artística no consiste en representar una cosa bella, sino en la bella representación de una cosa”. Sabiendo esto estaremos más abiertos a la hora de hacer cualquier tipo de juicio de obras abstractas. En algunos casos encontraremos en ellas elementos que nos provoquen emociones y sensaciones sublimes, y en otros, tal vez no conectaremos con las obras, pero guardaremos respeto ante aquello que no entendemos, sabiendo que, en toda la obra se encuentra la intención del artista y que, aunque no lo entendamos, debemos respetarlo, ya que no toda obra artística está hecha para que sea “entendida” perse.


Concluyo enfatizando en la importancia de ejercitar nuestro juicio crítico de las obras de arte, y animando a todo el que lea esto, a exponerse a la contemplación asidua de obras de todo tipo y estilo para estimular su aprendizaje y ejercitar su razonamiento estético y su capacidad de análisis, ya que esto nos da la oportunidad de expandir nuestra experiencia cognitiva.



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