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“Madres Paralelas” El Largometraje más complaciente de Almodóvar.

Por Gustavo A. Ricart, Cineasta


Pedro Almodóvar es el realizador iberoamericano más relevante de la historia reciente. Y aunque eso pueda parecer una declaración subjetiva su alcance internacional es indiscutible sin la necesidad del apoyo de Hollywood. Cualquiera de sus nuevos trabajos se recibe como todo un acontecimiento, sean obras mayores como 'Dolor y gloria' o títulos menos conseguidos como 'Los amantes pasajeros’.


Durante la pandemia Almodóvar pasó de brindarnos historias bizarras y difíciles de digerir para amamantarnos con el confuso conformismo de caprichos de colectivos que activizan los temas de género y los derechos de la mujer.

En su drama “Madres Paralelas” (2021): Janis, una fotógrafa profesional, tiene una relación fugaz con un arqueólogo casado, Arturo (Israel Elejalde); producto de ello una niña a la que Janis espera con ansias. En el hospital donde va a parir, comparte habitación con Ana (Milena Smith) quien, al iniciar la inevitable charla, confiesa sus dudas sobre su bebé. Pasa el tiempo, pero ambas mujeres reconectan tras una llamada de Ana a Janis preguntando por su hija, ésta a su vez se agobia al ver la indiferencia de Arturo, quien ve la niña sin encontrar algunos rasgos físicos similares. Janis, sin titubear realiza la prueba de ADN…

Almodóvar se encargó de escribir un argumento que celebra la maternidad; no en un tono festivo, sino desde la perspectiva realista, la más humana mirada a su significado y sus aristas. Pero partir de ahí se teje un relato que falla en lo referente al manejo del suspense. Hace tiempo que asumí que no consigo nada intentando adelantarme a la historia que me quieran contar, pero las líneas maestras de 'Madres paralelas' son demasiado obvias y hasta cierto punto dan la sensación de estar planteadas así para el lucimiento de Penélope Cruz, el gran sostén de la película.

La mayoría de los personajes resultan planos, a excepción de la transición de Ana, que se vuelve interesante en cuanto a cómo asume los cambios en su vida y entorno. La presencia de Milena Smith hace de su “Ana”, un ser interesante. Rossy de Palma vive la maternidad a través de Janis, siéndole de ayuda. Aitana Sanchez-Gijón, breve pero contundente; se sabe madre pero tiene que atenderse a sí misma.

A pesar de la estructura dramática y la relación suspenso/interés, es todo muy básico en esta película que puede ser de entre todas, la menos memorable de Almoldóvar, porque el resultado es un melodrama novelesco que basa todo su progreso narrativo en base a escenas dialogadas pero de manera tan fría que resulta lamentable y aburrido… no existe ningún tipo de suspenso. La conexión con los personajes es muy poca, precisamente por lo frio de algunos diálogos en escenas que se supone debe ser de interés dramático.

En cuanto a la dirección de arte, fue simplemente muy naturalista, poco rebuscada, orgánica, lógica y limpia en todo tiempo, ayudando a la fotografía, así como sabe hacer el maestro de la puesta en escena, Pedro Almodóvar. No obstante, Almodóvar no se limita a un enfoque más característico del melodrama en lo referente a la puesta en escena, donde se alternan momentos más puros -para el tramo final incluso elige un toque más documental- con otros, intentando potenciar la verdad de lo que sucede con un mayor toque teatral en los que el melodrama pasa a primer plano. Incluso entonces, Almodóvar opta por cierta austeridad en lugar de buscar las sobrecargas emocionales. Obviamente, hay cierta explosión a la hora de enfrentarse a la verdad, pero lo más habitual es que las actrices tengan que expresar cómo se encuentran sin expresarlo en palabras, siendo esenciales para establecer la cadencia de la historia.

A veces surge una tercera vía que es la del misterio y que se aplica a todos los niveles, incluso a la banda sonora de Alberto Iglesias. Pienso sobre todo en los momentos en los que se desvelan aspectos clave de la historia, donde se quiere dar una energía diferente a la película. Dichos momentos no se consideran como gancho adicional, sino como una especie de refuerzo para resaltar lo difícil que va a resultar lidiar con todo para el personaje de Cruz.

La duda que quedaba por descubrir con 'Madres paralelas' era si merecería un puesto entre sus mejores trabajos. Su buena acogida en el Festival de Venecia, donde Penélope Cruz se hizo con la Copa Volpi a la mejor actriz, invitaba a ser optimistas. Sin duda, es una buena película, pero no llega a ser una 'realmente grande'. Una propuesta lamentable en consonancia de cómo ha ido evolucionando su cine.

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